8/10/09

¿Cómo podemos serviles eficazmente? - Por Gerardo Pereyra

I Pedro 1: 1-5

Cuando estamos trabajando tan duro en el ministerio juvenil (o cualquier otro ministerio), corriendo entre actividades, capacitando lideres, y tratando de domar “fierecillas” que queremos que sigan a Cristo, por el cansancio, por tanta energía que necesitan quemar (y nosotros quemamos con ellos), nos envolvemos en la vorágine de las actividades y se nos hace fácil perder el rumbo de nuestra misión entre ellos. Pedro escribió en su primera carta consejos a los primeros líderes de la floreciente iglesia primitiva, que me imagino, no carecía de vorágine de actividades y que su crecimiento era casi exponencial. Pero también son principios que Dios dejó plasmados en su palabra para nosotros y para hoy, y te invito a reflexionar en ellos.

1 Nuestra Posición frente a ellos: Una verdad para no olvidar: “Estamos entre ellos”, somos iguales a ellos, no estamos por encima de ellos como el mundo piensa acerca del liderazgo, en todo caso, debemos considerarlos “superiores” y nosotros considerarnos sus siervos. Este es el concepto de Dios para servir. Jesús fue el ejemplo y lo enseñó a sus discípulos cuando ellos querían ser “grandes” y tener lugares mejores en el cielo y hasta se peleaban entre ellos por eso. Jesús les dijo “Entre ustedes no debe ser así, al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor” (Mateo 20:24 – 25) (NVI). Tenemos que entender que la filosofía de Dios acerca del liderazgo dista mucho de lo que a veces creemos y aplicamos y lo que el mundo piensa acerca de este tema. Jesús cambio las reglas del juego. V. 1

2 Nuestra Tarea: “Cuidar el rebaño que Dios puso a nuestro cargo”. Tenemos que entender que no son nuestros, son de Dios, El es el Señor de ellos y nuestro, y solo estamos “a cargo”. La tarea específica es Cuidar de ellos, “pastorearlos”, ver por sus necesidades, cubrirlas, guiarlos hacia Dios, y que ellos puedan desarrollarse como discípulos de Jesucristo. Tenemos que proveer las herramientas necesarias para que esto suceda. V. 2 (a)

3 Nuestra Motivación: Se refiere a lo que hay en nuestros corazones que nos lleva a servir entre ellos. No debe ser por obligación. Jesús nunca obligó a sus discípulos a seguirle ni a servir. La prueba está en la soledad que tuvo que vivir en el momento de ser juzgado y crucificado. Solo estaba Pedro, que lo negó, pero ahí estaba, ¿Y los otros? Tampoco debe ser ninguna “ganancia deshonesta”, y si bien vemos hoy, muchos abusos en el área del dinero, que específicamente, Pedro condena en este pasaje, también puede haber intenciones de “otras” ganancias, tales como, fama, reconocimiento, aceptación, etc. Pedro nos recomienda que ninguna de estas sea nuestra motivación, sino la que Dios quiere, solo servirle a Él y a los hombres, la motivación que tuvo Jesucristo que lo llevo hasta la cruz. V. 2 (b)

4 Nuestra Influencia: La manera de Dios de obrar en la gente y en nosotros está bien lejos de la “tiranía”. Pedro es muy claro en el v. 3. No sean Tiranos (NVI). No somos sus dueños, no somos sus “señores”, no somos sus “jefes”. Somos sus pastores. Es imposible no acudir renuentemente al ejemplo de Jesús. El es el buen Pastor, el dio su vida por nosotros y nunca fue impositivo o tirano con quienes le seguían. De hecho, ni aun con los doce hombres que eligió para transformar el mundo. En una ocasión los invito a volver atrás si es lo que querían, y la respuesta natural de Pedro es la que tenemos que buscar en nuestros discípulos: “ ¿Señor, a quien iremos?. La Herramienta para impactar sus vidas es nuestro ejemplo. Mostrarles a Jesús en nosotros. No podemos mentirles. Pablo decía Sean seguidores de mi como yo de Cristo. Cuando estamos haciendo esto, no nos hace falta ser tiranos. Si seguimos a Cristo con pasión, seremos el ejemplo que ellos necesitan y la tiranía no tendrá lugar. V 3

5 Nuestra Actitud: Definitivamente la actitud que tenemos que tener a la hora de trabajar para Dios es de humildad. Lo interesante es que Pedro recién en este versículo les habla a los jóvenes y les dice: “Sométanse a los ancianos” pero unido, en el mismo versículo dice: “Sométanse UNOS A OTROS”. Lamentablemente hemos escuchado muchísimo la primer parte de este versículo totalmente fuera de contexto, y se lo decimos a nuestros jóvenes con el rostro duro y serio, quizá con nuestra frente arrugada para provocar “respeto” (solo provoca rechazo), sin tener en cuenta todo lo que dice antes este pasaje, y más aun, sin pensar en lo que dice el mismo versículo. Sucede que nuestra concepción de “Líder Eclesiástico” no acepta la idea de someternos a nuestros jóvenes, (Ni a nadie). Sin embargo, es lo que Dios nos está diciendo en este versículo a través de Pedro. Es lo que Jesús, otra vez el ejemplo de los ejemplos, hizo (Filipenses 2: 5 – 11). El marcó el camino para seguirle. Se sujetó a Dios, y obedeció hasta la muerte. El, por cumplir su mandato, se sujetó a nuestras leyes humanas (se hizo hombre), no levantó ni un dedo contra los que lo crucificaron, no castigó a quienes lo maldecían, no odió a quienes lo odiaban, aun, amó hasta la muerte, al mismo Judas, que lo entregó. Si queremos influenciar en ellos como Jesús lo hizo en los que le seguían, sometámonos a ellos y su sujeción será natural. V. 5

6 Nuestra Recompensa: En una ocasión, un misionero, llego a los Estados Unidos habiendo servido toda su vida en África. En ese mismo barco llegaba un alto funcionario del gobierno de los Estados Unidos que había ido en un Safari por aquel continente. Como corresponde, una gran comitiva de bienvenida esperaba al funcionario. Al misionero nadie. Entonces, relata este misionero, que le pregunto a Dios, Señor, este tipo fue a matar animales a África y vuelve a casa y mira la bienvenida que le dan, y a mi que te he servido toda mi vida, nadie me espera. ¿Por qué Señor?. Y Dios le respondió: “Hijo, es que tu aun no llegaste a casa”. Nuestra recompensa no está aquí y ahora. Si bien es suficiente recompensa el ser colaboradores de Dios, nuestra corona esta en los cielos, y allí la recibiremos. No hagamos nada esperando recompensa de los hombres y ahora. Recordemos a quien servimos, y el cielo es suficiente recompensa, pero habrá más para los que hagamos bien la tarea de pastorear “su rebaño”. V.4

Que estos consejos nos animen a servir con la motivación correcta y de la manera que Dios quiere para cumplir con su mandato de hacer discípulos alrededor de todo el mundo.

México DF, abril de 2009.

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