19/5/09

La ira de Dios - por Rubén Del Ré

Queridos hermanos:
Sólo unas líneas sobre una pregunta planteada hace ya unos cuantos números, pero que realmente me sorprendió: "¿Se puede evangelizar sin hablar de Cristo?" A decir verdad, fui más sorprendido por algunas respuestas afirmativas que por la misma pregunta en sí.

Mi pregunta va más allá, y es la siguiente: ¿Podemos predicar el evangelio sin hacer alusión a la ira de Dios?
¡Qué poco que escuchamos hoy en día hablar de la ira de Dios! Es triste ver a tantos cristianos que consideran que la ira de Dios es algo que necesita excusas o alguna justificación. Si Dios es amor, decimos. ¿Cómo podemos hablar de la ira de Dios? Y si la gente viene tan atribulada, ¿puede este tipo de mensaje ayudarla?

Pero tenemos que ir a las Escrituras y, como dice un comentarista, "una mirada a la concordancia nos revelará que, en las Escrituras, hay más referencias al enojo, el furor y la ira de Dios que a su amor y benevolencia. El odia todo pecado, porque es santo; y porque lo odia, su furor se enciende contra el pecador".

La ira de Dios es una perfección divina, tan importante como su fidelidad, su poder o su misericordia. No es un defecto de Dios, sino todo lo contrario: una de sus perfecciones. Y debe ser así, porque en Dios no hay ningún defecto ni falta. De hecho, lo habría si Dios no sintiera ira. La indiferencia hacia el pecado es una falta moral, y en Dios no hay ninguna falta. ¿Cómo podría Él, que es infinitamente santo, "hacerle la vista gorda" al pecado renunciando a manifestar su ira contra el mismo?

"La ira de Dios es su eterno aborrecimiento de toda injusticia. Es el desagrado e indignación de la rectitud divina ante el mal. Es la santidad de Dios puesta en acción contra el pecado... Dios se enoja contra el pecado porque es una rebelión contra su autoridad, un ultraje cometido contra su soberanía inviolable. Los que se sublevan contra el gobierno de Dios aprenderán que Dios es el Señor. Se les hará conocer la grandeza de su Majestad que ellos desprecian, y lo terrible que es esa ira que se les anunció y que ellos desestimaron. No es que la ira de Dios sea una venganza maligna, que hiera por herir, o un medio para devolver una injuria recibida. No; Dios vindicará su dominio como Gobernador del universo, pero nunca será vengativo." (Los atributos de Dios, A. W. Pink).

¿Cuánto hace que no escuchamos predicar sobre la ira de Dios? Hay una preocupación que tengo en mi corazón - y creo compartir con muchos hermanos - al escuchar el evangelio que se predica (en general) en estos tiempos. Hablamos del amor de Dios y de la salvación, pero no hablamos de la ira. Pero, si no mencionamos la ira, ¿cómo podemos predicar la salvación? ¿Somos salvos de qué?

Al excluir la ira de Dios de nuestro mensaje, el mensaje se desvía, se desenfoca. El evangelio centrado en Dios pasa a ser un evangelio centrado en el hombre. Este tipo de evangelio no me dice que mi problema es que ofendí a Dios, que soy su enemigo y que voy rumbo a la ira venidera. No, mi problema es que ando flojo de trabajo, o con poca plata, o con algunos achaques en la salud, o medio desganado por las circunstancias de la vida (problemas reales y profundos, aunque secundarios por cierto). Y lo que necesito es que Dios me de una mano.

Una vez recibí un material evangelístico, hecho por iglesias conservadoras doctrinalmente. Habían invitado a un hermano para predicarles a profesionales y empresarios. En síntesis, el mensaje que contenía el libro era más o menos así: "Usted es un hombre exitoso. Si incorpora a Dios en su vida, va a ser aún más exitoso". Pero la Biblia me dice que, según Dios (que es lo que en definitiva importa) estamos muertos, que somos sus enemigos. El problema del hombre no es la falta de éxito, sino que está muerto. Realmente, no gastaría demasiado dinero en "enseñarles" a las naciones las claves de "nuestro éxito" de Occidente. Pero si el mensaje a proclamar dice que los hombres están bajo la ira de Dios, y conocemos el remedio, no hay centavo que debiéramos ahorrar sin invertirlo en la obra misionera. Sin ira no hay salvación. Desaparece el mensaje del evangelio. Se pulveriza la Gran Comisión.

¡Cristo salva! ¡Amén! ¿De qué? Justamente, de la ira venidera.

Ahora bien, ¿cómo fuimos salvos de la ira de Dios? ¿Fue que Dios simplemente nos perdonó y "se le pasó" su ira? No, ese no es el evangelio. La copa de la ira de Dios fue llena, sólo que fue derramada sobre la vida santa y sin mancha de Su Hijo amado en la cruz del Calvario. Por eso Jesús oraba momentos antes de ser entregado: "Padre, si es posible, pasa de mí esta copa", la copa de tu ira.

Por eso nuestro mensaje debe incluir la ira de Dios, pero con lágrimas en nuestros ojos y dolor en el corazón.

"Dios es juez justo, y Dios está airado con el impío todos los días." (Salmo 7.11)

"Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad" (Romanos 1.18)

La fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia son "cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia" (Colosenses 3.5-6)

Pero nuestro mensaje es el evangelio de salvación, la buena noticia: todavía podemos ser salvos de la ira de Dios, escondiéndonos en Jesucristo. ¡Podemos y debemos huir de la vida venidera, escondiéndonos con Cristo en Dios!

El apóstol Pablo fue a predicar al Areópago, un lugar donde se discutían las grandes ideas del mundo antiguo, con mayor llegada e influencia que cualquier canal de televisión o emisora de radio de nuestro país. ¿Qué predicó allí? Que "Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó" (Hechos 17.30-31). El rating le dio mal ("Unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez"). Eso no importaba para el hombre de Dios. Dios se había encargado de los resultados: "Mas algunos creyeron".

Me impacta esta reflexión de A. W. Pink en su clásico "Los atributos de Dios": "El hecho de que estemos dispuestos o no a meditar sobre la ira de Dios constituye la prueba más segura de cómo está realmente nuestro corazón para con él".

"Servid a Jehová con temor,Y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían" (Salmo 2)

Ruben A. Del Ré

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